Dios mío, este es un momento demasiado difícil para las personas frágiles como yo. Sé que seguirá un período diferente, un período de humanismo. Me gustaría mucho poder transmitir a los tiempos futuros toda la humanidad que guardo dentro de mí, a pesar de mis vivencias diarias. La única forma que tenemos de prepararnos para estos nuevos tiempos es prepararlos ahora mismo en nosotros mismos. De alguna manera me siento ligero, sin amargura y con tanta fuerza y amor. Me encantaría vivir para ayudar a preparar estos nuevos tiempos: seguro que vendrán, ¿no siento que están creciendo en mí, cada día? Esta mañana recé algo como esto. Me vino espontáneamente a arrodillarme sobre esa dura estera de coco en el baño y las lágrimas corrieron por mi rostro. Y creo que la oración me ha dado fuerzas todo el día. (Etty Hillesum, Diario 1941-1943, Adelphi 1985, p. 179).
La riqueza contenida en estas palabras de Etty Hillesum puede ser la inspiración y la guía en este difícil momento que vivimos por la pandemia.
Finalmente, existe la posibilidad de una salida, incluso si el camino seguirá siendo largo y exigente. Es importante para nosotros, en este momento, proyectarnos hacia el futuro reflexionando sobre cómo podemos generar un nuevo humanismo.
¿Cuáles son los nuevos hábitos que pueden crear una nueva calidad humana, más rica y fraterna? Para nosotros los cristianos la referencia es siempre Jesús, el desafío es descubrir los aspectos de lo humano que Jesús vino a enseñarnos y que nosotros, en nuestra superficialidad, no hemos profundizado lo suficiente. La riqueza de su mensaje es tan grande que requiere un compromiso continuo de reflexión.
La primera cualidad de Jesús que quiero enfatizar es la prioridad absoluta que supo dar a las personas que conoció en su camino. No miró la afiliación religiosa o política, sino que centró su atención en el sufrimiento de cada uno. Tenía la capacidad de apoyar a cada persona.
No reemplazó la libertad del individuo, sino que despertó el potencial de vida nueva que cada uno llevaba dentro de sí mismo. La segunda cualidad que Jesús nos testificó es la capacidad de estar presente en las diversas situaciones que le ofrece la vida. Pudo dar un significado nuevo y más profundo a los eventos. Supo ver el límite, pero también las posibilidades de desarrollo de cada situación.
Una tercera cualidad importante es la capacidad que tenía Jesús para crear comunidad a su alrededor. Personas de diferentes orígenes sociales y culturales se sintieron atraídas por él en un proyecto de vida comunitaria lleno de novedad, solidaridad y participación, revolucionario para esa época y para nosotros también hoy.
Jesús inauguró el gran proceso de una nueva humanidad.
¿Cómo podemos integrarnos activamente en esta dinámica?
Lo más difícil es romper con viejos modelos y esquemas obsoletos en los que todos somos prisioneros inconscientemente. Es tarea de cada uno tomar en la mano lo que nos da la historia, lo que nos ha ofrecido nuestra formación religiosa, profundizarlo y enriquecerlo con experiencia, ganas y creatividad.
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