La idea de dedicar este cuaderno a la formación nace después de haber leído un artículo sobre la pedofilia en la iglesia francesa. Es con un cierto temor que comienzo a hablar de este tema, extremadamente importante y delicado.
Mucha parte de mi vida ha sido y está aun decicada a la formación.
El término formar, etimológicamente, expresa el significado de modelar , dar forma así que la persona pueda expresar complemente la propia existencia, realizando sus propios dones y su propio potencial.
La actividad formativa es un proceso extremadamente complejo que necesita profesionalidad y capacidad organizativa notable.
Se hace tanta formación en la iglesia, pero también, en la vida civil, social, en las escuelas, en el trabajo. A veces no se tiene claro el significado de esta actividad. Comunmente se piensa que hacer formación sea hacer conferencias y lecciones, transmitir contenidos en el plano intelectual.
El tema de la formación en los seminarios es aún más complejo.
Normalmente hoy los jóvenes que solicitan volverse sacerdotes, son ya adultos y estructurados en sus identidadades. Creo que el primer paso séa el de un análisis profundo y detallado de las motivaciones que lo llevan a emprender el camino sacerdotal.
En particular, el problema de la pedofilia hunde sus raices en la falta de un profundo conocimiento de si mismo y de las propias tendencias y fragilidad.
Muy a menudo cuando se habla de formación en el seminario, se hace una lista de los cursos teológicos que los jóvenes deven seguir. Esto esta bién para la formación cultural de el sacerdote, pero no basta, porque no toca los aspectos fundamentales: la oportunidad y el empeño de una verdadera formación al amor, a la relación, a la alteridad, a la interioridad, a la espiritualidad.
¿És una exigencia urgente de afrontar en la pastoral juvenil: como estructurar un verdarero sendero, con etápas bién precisas, así que la personalidad de los jóvenes, sea muchachos y muchachas, pueda ser aceptada, conocida y puesta en marcha a un desarrollo de las propias actitudes y potenciales?
Es un trabajo que necesita sensibilidad y competencias especiales. De aquí la exigencia de formadores y psicólogos formados para esta específica actividad. Es indispensable comenzar una reflexión común sobre como ayudar a los jóvenes a vivir y exprimir las propias capacidades de amar, de empeñarse responsablemente en una relación, de elegir un trabajo según sus propias competencias y capacidad.
El compañero de vida y la elección del trabajo son los puntos cardinales de cada proceso de formación orientado a los jóvenes, aquello que una vez venía llamado dicernimiento vocacional.
Jesús elije sus discipulos y los formó uno por uno, invitandoles a condivir su vida y sus experiencias pastorales.