La belleza y el bien se manifiestan muchas veces en las implicaciones y pliegues de nuestros días. Necesitamos una mirada contemplativa para asombrarnos con la riqueza de vida que nos rodea.
¡Noticias de vida! Todos llevados por la rutina diaria, nos resulta difícil detenernos a captar lo inesperado que sucede en nosotros ya nuestro alrededor. Hay muchos pequeños brotes de vida que, superficialmente, muchas veces no notamos o que incluso pisamos con nuestra indiferencia. Sin embargo, estamos rodeados, en todo momento, por la exuberancia de la nueva vida que se expresa en mil formas que se nos escapan. Es una gran riqueza que necesita una actitud contemplativa ante la vida, que nos haga capaces de asombrarnos del bien y la belleza que nos rodea.
¿Dónde encontrar estas señales de vida? Si reflexionamos sobre nuestra experiencia pasada, ¿qué desencadenó momentos de reflexión y cambio en nuestra existencia? Puede haber muchas ideas: una palabra cariñosa de un amigo, la lectura de un libro que nos impactó especialmente, la imagen de una flor que encontramos tras nuestros pasos, un atardecer lleno de luz y esperanza. La belleza y el bien se manifiestan a menudo en las implicaciones y pliegues de nuestro día.
Regresamos de la Convención de Camaldoli y llevamos en nuestro interior numerosos estímulos que nos han regalado los ponentes, ofreciéndonos un tiempo precioso para interrumpir: Agnese Moro, con su compromiso en el camino de la serena reconciliación con los duros acontecimientos de su existencia; el filósofo Roberto Mancini, que concluyó su mensaje con esta simpática expresión “la misericordia es amor generativo”; Adriana Valerio, quien compartió experiencias llenas de sutilezas de la vida. ¡Disfruta de la lectura!