La ociosidad despeja nuestra mente de tantas preocupaciones y nos pone en contacto con la esencia de nuestra existencia. Debemos enseñar a los jóvenes a descubrir y preservar este espacio completamente excepcional.
El término “ociosidad” generalmente no suscita pensamientos positivos, sin embargo, a partir de su etimología he descubierto muchos aspectos importantes de esta dimensión. La ociosidad no debe sugerir una situación de pasividad. Por el contrario, este espacio absolutamente libre de cualquier ocupación y actividad puede convertirse en una fuente de gran creatividad. Puede hacer nacer en nosotros nuevos proyectos y nuevas relaciones que enriquezcan nuestra existencia.
Para los antiguos romanos, el término otium no significaba “dolce far niente”, sino un tiempo libre de compromisos en el que era posible abrirse a la dimensión creativa.
También es importante que vivamos este tiempo en absoluta serenidad y en actitud de profunda escucha.
La ociosidad despeja nuestra mente de tantas preocupaciones y nos pone en contacto con la esencia de nuestra existencia. Diría que deberíamos enseñar a los jóvenes a descubrir y conservar este espacio absolutamente excepcional, para ser cuidado en su propia existencia. Sería un activo para ellos y para quienes viven a su lado.
El tiempo dedicado a la ociosidad, especialmente en estas fiestas, abre las ventanas de nuestro corazón a la alegría ya la esperanza, suscitando en nosotros la pregunta: ¿qué novedad de vida, qué riqueza de relaciones nos reserva el día? Nuestra existencia puede convertirse en sueño, entendida como tensión hacia formas de vida nuevas e inexpresadas, como anticipación y realización del futuro.
¡Felices vacaciones, posiblemente ociosos!
Los espero en Montanino di Camaldoli, del 25 al 29 de agosto, para nuestra conferencia anual El coraje de la esperanza.