Custodiar lo inaudito para transformarlo en riqueza de vida para nosotros y nuestros hermanos es una actitud fundamental de nuestro corazón.
El término salvaguardia nos captura con la profundidad de lo que promete y ofrece.
Salvaguardar es una acción que protege y preserva en el tiempo las cosas hermosas que encontramos y amamos.
Hace algún tiempo me llamó la atención la necesidad de un amigo musulmán de entrar en el silencio de una iglesia. El silencio es una riqueza que todos tenemos a nuestro alcance y que utilizamos poco. El silencio es el lugar de la vida donde todo lo profundo y bello que hemos recibido puede encontrar gran resonancia.
Qué importante es cultivar el hábito de detenernos, de callar, de descubrir y acoger lo nuevo que la vida, en cada momento, nos ofrece. Preservar lo inaudito para transformarlo, en la vida cotidiana, en riqueza de vida para nosotros y para nuestros hermanos es una actitud fundamental de nuestro corazón.
¿Cómo podemos proteger la vida para que no se nos escape de las manos y permanezca siempre a nuestra disposición?
Es importante acoger cada día la vida en todos sus matices y en todas sus manifestaciones. Salvaguardarlo es un compromiso que hay que cuidar con esmero, del que no debemos distraernos. Todas las noches intentamos preguntarnos: ¿qué pasa hoy que quiero apreciar y preservar?