Vai all'archivio : •

¿Cómo estamos viviendo este “fuera-del-tiempo” que nos invita a entrar en nuestra interioridad?

Por voluntad del Papa Bonifacio VIII, el nacimiento oficial de los Jubileos es el 20 de febrero de 1300. Estamos pues viviendo el 25º jubileo ordinario de la historia de la Iglesia.
Este acontecimiento, que se repite cíclicamente cuatro veces por siglo, podría definirse, como todo rito, como la repetición simbólica de un fuera-del-tiempo. Una ocasión especial para ejercitar algunas actitudes vitales, que no se experimentan mágicamente al cruzar una puerta, abierta sólo un año cada 25.
De hecho, en muchos ha surgido espontáneamente un sentimiento de asombro y con él una pregunta de sentido ante el torbellino de problemas que estamos atravesando.
El Papa Francisco, con su creatividad personal, ha hecho actual el jubileo coloreándolo de un significado preciso. Realizando un gesto sin precedentes en la Iglesia, abrió personalmente una puerta santa en la cárcel de Rebibbia. Si en una prisión las puertas normalmente se cierran, ¿a qué desafío hacia lo imposible nos invita? Luego nos invitó a interrogarnos sobre la apertura del corazón: a la Vida, a la historia, a la novedad, al cambio. Manteniéndonos anclados en la esperanza, que nunca decepciona.
Me enteré, no sin asombro, de que también en el Líbano, en Tiro, en uno de los barrios recientemente bombardeados y destruidos, se ha abierto una puerta santa. Así en Alepo en Siria, así entre las ruinas de Gaza, en la parroquia de la Sagrada Familia donde Mons. Fouard Twal, Patriarca latino de Jerusalén, ha abierto una puerta santa. En el artículo del periodista que informó sobre esta noticia se hicieron eco las palabras del párroco de Gaza: “A nuestra pequeña manera tratamos de sembrar semillas de perdón y reconciliación, en primer lugar entre nosotros”. Y el comentario continúa: “En la nada en la que se encuentran, que es su todo, esto es lo que los hermanos y hermanas católicos de Palestina nos dan testimonio”.
¿Y cómo estamos viviendo e interpretando este tiempo tan especial? Después de haber oído hablar en estos años de una Iglesia en salida, de la invitación a abrir las puertas hacia el exterior, ahora se abren simbólicamente las puertas con la invitación a entrar en la interioridad, a orientarnos hacia lo esencial, hacia lo que es significativo, importante y permanece.
Tal vez mientras caminamos hacia nosotros mismos, nos encontremos en nuestra nada, donde todo el correr y el consumir superfluos se revelan como polvo árido y escombros. ¿Qué es nuestro todo?
Todos estamos llamados a una transformación. Recordar que la tierra y sus bienes son valores que pertenecen a toda la humanidad. Compartir, perdonar, reconciliar, esperar, paz son las riquezas que están en la base de nuestro habitar el mundo, más aún, son las verdaderas riquezas, las más preciosas, en la base de nuestro vivir para seguir siendo humanos y construir humanidad. ¿Quizás podamos descubrir que cada uno, en su pequeñez, puede ser una nada y al mismo tiempo convertirse en un diamante en el ejercicio concreto del Amor y de la Esperanza?