En el mundo de hoy, conectado a nivel global, hay una necesidad fundamental de hablar de un reino de amistad: es la justicia.
El término “reino”, que encontramos a menudo en las Sagradas Escrituras, era común en tiempos de Jesús, pero no indicaba la voluntad de crear un reino de poder, sino una comunidad de amigos.
En el lenguaje contemporáneo, cuando encontramos escrita la palabra “reino”, podemos traducirla por “comunidad”.
¿Cuál era la comunidad con la que soñaba Jesús? Ciertamente era consciente de los numerosos conflictos y malentendidos presentes entre sus discípulos; su sueño, por tanto, era reunir las diversidades, las características de cada uno y agregarlas en un solo proyecto: crear una comunidad de amigos. Amigo era un término habitual en labios de Jesús: «Ya no os llamaré siervos, sino que seréis mis amigos».
En el mundo de hoy, ya no restringido a la pequeña ciudad local sino conectado al mundo entero, hay una necesidad fundamental de que se hable de amistad: la justicia. Las diferencias sociales en el mundo de hoy son profundas. Vivir abiertos a todas las demandas de justicia es un gran desafío. Además, en Occidente ha aparecido una realidad que no esperábamos: la guerra. No hay nada más injusto e inicuo que la guerra que acaba afectando a los más pobres e indefensos. El panorama que se ofrece a nuestros ojos es desolador.
¿Cómo no dejarnos abrumar por la tristeza y la melancolía y cómo encontrar el coraje para emprender iniciativas y actividades basadas en la esperanza?
La esperanza es soñar con un mundo nuevo. Un mundo como lo había soñado Jesús, un mundo de hermanos y amigos.
Concluyo con estas palabras de Arturo Paoli, extraídas de su libro Diálogo de Liberación: «Buscad el reino de Dios y su justicia. Búsquenlo, no lo esperen, construyan el reino de Dios y su justicia, es decir, busquen ser hombres como Dios los hizo”.