En el momento de nuestro catecismo, aprendimos que las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad. Prefiero no llamarlos virtudes, sino desafíos. Si lo piensas bien, para cada hombre y cada mujer hay tres grandes desafíos. El reto de fe, es decir, abandonarse confiadamente al bien. El desafío de la caridad, amar siempre a todos en todo momento, incluso a los que nos sentimos enemigos o nos hacen daño.
Pero creo que la esperanza es lo más difícil, es decir, pasa por aprender a mirar al futuro con ojos optimistas o, si se quiere, a soñar con un mundo diferente.
Las tres virtudes se llaman teológicas porque se refieren a Dios: se necesita toda la fuerza infinita de la vida, que llamamos Dios, para poder abandonarnos con confianza, amar a todos con pasión, soñar con un futuro totalmente diferente.
Hablamos de fuerza vital y fuerza vital para decir esa fuerza que podemos descubrir y extraer solo en el fondo de nuestra alma.
Todos hemos vivido tiempos difíciles y convulsos, en los que todo parecía imposible y oscuro.
De repente, entonces, la sonrisa de un amigo, el gesto de ternura de un amado, un atardecer lleno de luz y belleza, reavivó en nosotros la fuerza, sutil pero poderosa, que reside en el alma de todo hombre, incluso en el más uno desesperado. Es importante tener siempre presente esta verdad en nuestra existencia.
En los momentos más duros, siempre hay, dentro de nosotros, un recurso pequeño pero muy tenaz, al que siempre podemos aferrarnos para poder esperar una nueva vida.
Si vamos con nuestros pensamientos a nuestro amigo Jesús, vemos que su historia también estuvo entretejida con muchos momentos muy difíciles y, a veces, desesperados.
Su gran recurso fue dirigir su pensamiento al Padre, a la fuente de todo bien, seguro de que siempre lo acompañaría y ayudaría a superar todas las dificultades.
Les deseo a todos que este tiempo pascual, tan especial por los condicionamientos a los que nos vemos obligados, sea igualmente rico en profundas reflexiones y nuevas experiencias, que nos llevarán a nosotros y a nuestras comunidades a mirar, con renovada esperanza, el futuro que nos espera. nos espera.
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