Los grandes proyectos, necesarios y urgentes en nuestra sociedad, para construir un mundo nuevo basado en relaciones fraternas y acogedoras, requieren saber “esperar juntos”.
La esperanza es un hermoso término que nos proyecta hacia el futuro y nos abre a las cosas nuevas que la vida nos depara. La esperanza es la última en morir: esta afirmación proverbial nos introduce bien en nuestro discurso. La dimensión de la esperanza es fundamental para nuestra existencia diaria. Nuestros pensamientos y nuestros corazones se alimentan y sostienen de tantas esperanzas; algunos de ellos son conscientes, así que hablamos de ellos y los compartimos con amigos. Sin embargo, cuando se refieren a grandes proyectos entonces se vuelve indispensable “esperar juntos” juntos” indispensable esperar En la sociedad actual es necesario, más que nunca, pensar y esperar juntos para construir un mundo nuevo, un mundo basado en la fraternidad y la Relaciones acogedoras.
La llegada de tantos migrantes a nuestros países europeos nos obliga a repensar la organización de nuestras comunidades ya reservar espacio para estos hermanos y hermanas que huyen del dolor, el hambre y la muerte. Sólo junto a ellos podremos dar un rostro nuevo a nuestra sociedad, un rostro de fraternidad, amistad y cordialidad. Solo juntos podemos esperar un futuro diferente.
El Papa Francisco, que alimenta esta esperanza, confía mucho en las nuevas generaciones, y les dirige estas palabras: «Son ustedes jóvenes que, como viajeros inquietos abiertos a lo nuevo, no tienen miedo de confrontarse, de dialogar, de “hacer ruido” y mezclarse con los demás, convirtiéndose en la base de una sociedad amable y solidaria. ¡Sed sembradores de fraternidad y seréis segadores del futuro, porque el mundo tendrá futuro sólo en la fraternidad!».
Queridos amigos, para continuar nuestra investigación, os espero en Civitella del 1 al 4 de junio para el encuentro que estamos preparando sobre Los Rostros del Dios de Jesús.
Un cordial saludo para todos ustedes.