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Si aprendemos a darle importancia al asombro, pueden suceder grandes cosas

El asombro suscita asombro y nos abre a la novedad: entrenémonos para alimentar el asombro en la vida cotidiana, en las pequeñas cosas, a través de la naturaleza que nos rodea.

Estupor es un término algo inusual. Somos tan superficiales que rara vez nos dejamos asombrar por los hechos que la vida nos presenta. Sin embargo, cada momento de nuestra existencia nos reserva acontecimientos, situaciones, personas que, vistas desde un cierto ángulo de la vida, no pueden dejar de causar asombro.
El asombro despierta el asombro y nos abre a la novedad: entrenémonos para alimentar el asombro en la vida cotidiana, en las pequeñas cosas, a través de la naturaleza que nos rodea.
Incluso el comienzo de la vida pública de Jesús se caracteriza por el asombro que despertaba en la gente su mensaje. Fue un mensaje sin precedentes, que abrió nuevos horizontes; hizo pensar a la gente y fue confirmado por hechos.
Hago mías estas palabras de Matthew Fox: «Cuando los seres humanos damos importancia al asombro, pueden suceder grandes cosas. La mente se abre, el corazón se abre y podemos decir que el alma también se abre. Se produce una expansión. Vuelve la maravilla. El niño interior permanece vivo y atento durante toda la vida. El aprendizaje se convierte en una realidad cotidiana. Los libros no terminan en las estanterías y la televisión ya no puede dominar nuestra psique”.
Queridos amigos, la vida se trata de superar límites. Yo diría que la vida es el paso de un límite a otro. Lo importante es tener siempre los ojos abiertos a las bellezas que nos presenta y conservar en nosotros el valor del asombro.